No es posible optimizar el riego sin medir el agua utilizada y sin conocer las condiciones climatológicas diarias

La eficiencia en el uso del agua es un factor clave en la sostenibilidad de la agricultura y el paisajismo. Sin embargo, la gran mayoría de los sistemas de riego operan sin información sobre la cantidad de agua aplicada y sin considerar las variaciones diarias del clima, lo que conlleva a desperdicios y deficiencias en la irrigación. Es común que los jardineros o las empresas gestionadoras de jardines agreguen muchos minutos más «por si las moscas…»

Medición del agua utilizada

Para optimizar el riego, es imprescindible conocer cuánta agua se está utilizando. El uso de sensores de caudal, medidores de humedad en el suelo y sistemas de monitoreo en tiempo real permite obtener datos precisos sobre el consumo hídrico. Con esta información, es posible ajustar la cantidad de agua aplicada, evitando excesos que pueden provocar encharcamiento y lixiviación de nutrientes, o déficits que afectan el desarrollo de las plantas.

Conocimiento de las condiciones climáticas

El clima influye directamente en la cantidad de agua que las plantas necesitan. Factores como la temperatura, la humedad relativa, la velocidad del viento y la radiación solar determinan la tasa de evapotranspiración. Integrar estaciones meteorológicas o consultar pronósticos diarios ayuda a adaptar el riego a las condiciones reales, evitando regar en días de lluvia o cuando la evaporación es alta. (Conoce de Evapotranspiración)

Implementación de tecnología para un riego eficiente

El uso de tecnología en los sistemas de riego permite una gestión más eficiente del agua. Los sistemas de riego automatizados, combinados con sensores y pronósticos climáticos, pueden ajustar la cantidad de agua aplicada en función de la necesidad real de las plantas, reduciendo desperdicios y mejorando el rendimiento de los cultivos o áreas verdes.

Conclusión

Optimizar el riego no es solo cuestión de programar horarios o reducir tiempos de riego al azar. La clave está en medir y conocer. Sin datos precisos sobre el uso del agua y sin considerar las condiciones climáticas diarias, cualquier intento de optimización será ineficiente. Implementar tecnologías de medición y monitoreo permite un uso más inteligente del recurso hídrico, beneficiando tanto al medio ambiente como a la productividad agrícola y paisajística. 

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